
Quince años
Un recuerdo. Estamos todos parados cerca de nuestra área, como un manojo apretado y nervioso que va de un lado para el otro al ritmo del rival, que, con mayor o menor capacidad, intenta conseguir un gol no importa si va ganando, empatando o perdiendo. Estamos ahí, hombro contra hombro, con la mirada atenta y dispuestos a dejar todo por defender nuestro arco, el arco de Manzi.
En ese recuerdo hay uno, puede ser Juanca, el Wino o Napo es indistinto, que esta un poco más adelante que el resto, comiéndose el loco con la esperanza de pellizcar una bocha que quede corta y salir disparado a jugar a ser el héroe de la mañana.
Siempre estamos a un paso del desastre. "Reventala" es la palabra más escuchada. Muchas veces nos salvamos milagrosamente. Me veo vencido en el piso, observando la pelota acercarse a la red después del toque certero del rival que empieza a gritar el gol, hasta que de la nada aparece Nico, Pablito, el Negro, el Panza, Tucho o Panchito (puede ser cualquiera de ellos según la época), cruzando sobre la línea, jugándose la vida y salvándonos de una segura caída. Contra todo, quince años después, seguimos jugando, y luchando, juntos.
Un recuerdo que cruza y se funde a otros, cientos, miles de recuerdos. Ir de jean y zapatos los sábados a las nueve de la mañana en pleno invierno a jugar a la pelota con mis amigos (los hermanos que uno elige). El 3 a 3 contra el equipo de los preceptores en el torneo del Cala. Los centros atrás de Juanca que todavía estamos esperando. Los bailes del colegio Calasanz. Festejar un gol del Panza como si fuéramos Bebeto, para celebrar la llegada de Avril. Los tres tacheros fuma porros de Craig. Los partidos en el parque Roca. Wino empatándole sobre la hora a Blasys, en la final por el ascenso. Los cumpleaños de quince. El viaje de egresados. Los intratables hermanos Cardona. Gritar un gol echo por mi viejo vistiendo la gloriosa casaca de Manzi. Los "campamentos" en la quinta de Nico. El 5 a 4 contra Mi Amigo Mac (nuestro primer triunfo en Centenera). Las pascuas en Mar del Plata. Las promos contra Domingo 4. Tratar de explicarle a mi hijo Matías (cuando todavía estaba en la panza) que tenía que aguantar una semanita antes de nacer para que yo pueda jugar la promoción por el ascenso. Las matinees en Dimensión. Los recitales de Alconafta. Y puedo seguir por horas...
La grandeza de Manzi esta hecha por todas esas pequeñas grandes cosas vividas a lo largo de estos quince años, la mitad de nuestras vidas. Cosas que hacen que defender esta camiseta junto a mis amigos, sea una experiencia única y gloriosa. Somos un grupo de troncos entusiastas, si. Limitados, seguro. Rústicos, por supuesto. ¿Y qué? Lo dije hacer mucho y lo escribo ahora, con treinta años, casado, con un hijo, un poco más gordo (pero con pelo, eh): no hay otro equipo en el mundo, en el que yo quiera jugar.
Por último, por si después de toda esta perorata no quedo claro, me permito utilizar unas palabras de Alejandro Dolina que el Panza mando en un mail hace un tiempo: “Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible y, si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables”. Gracias Manzi.
2 comentarios:
Aguante Manzi! por 15 años más!
Viva Manzi ! Ya volveré a las canchas y le aportaré mis fouls. TONY
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