
No ligamos. Ustedes dirán, con algo de razón, que a la suerte hay que ayudarla. Que si jugas mal, lo más lógico es que pierdas. Y seguido. Ok, es verdad. Pero ayer, en la segunda fecha de la Copa Centenera (que a eso viene toda esta sarta de pavadas) Iron Manzi mereció aunque más no sea un empate, un puntito al cual aferrarse para parar la caída libre y encarar lo que viene con otros bríos. Pero Date el gusto nos emboco en el adicionado del adicionado.
Y eso que habíamos arrancado bien. El primer período fue, por lejos, el mejor rato de fútbol que Manzi haya producido en un largo tiempo. Con mucha presión arriba y ajustados en la marca del medio para atrás. Parecía que esta vez si, que se podía, que nos íbamos a llevar los dos puntos. Parecía, porque no la metimos en el arco de enfrente y ellos con un tiro libre al ángulo nos devolvieron a las tinieblas. A partir de ahí, fuimos pura confusión y voluntad.
Después de correr de atrás durante toda la segunda parte, lo empatamos cuando ya casi habíamos llegado al tiempo cumplido. Perdido por perdido, el empate no era mal negocio. Y más teniendo en cuenta ese puto gol del final, el que les dio la victoria a ellos.
Ahora las cartas están echadas. Jugaremos la Copa de Bronce (zona de perdedores al cuadrado) y dejaremos todo, como siempre, para devolverle la sonrisa a Manzi. Antes nos toca jugar contra La Nazionale, el puntero del grupo E, que ya esta clasificada para la Copa de Oro.
Abrazi per tutti.

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