Una mañana a fines de noviembre de 1990, los flamantes egresados del segundo año del Colegio Calasanz, Rubén Agüero, Alejandro Grisoni, Leonardo Mina, Leonel Contreras y Fernando Cárdenas decidieron, mientras compartían un refrigerio después de haber jugado a la pelota en el Parque Chacabuco, formar una banda de rock. Banda que tendría como particularidad el nulo conocimiento musical de sus integrantes, a excepción de Cárdenas que poseía un muy rudimentario manejo de la guitarra. Se abocaron con verdadero entusiasmo a la tarea, intentaron hacer bizarrisimos covers de "La ciudad de la furia" (de Soda Stereo) y de "Just can't get enough" (de Depeche Mode), pero el analfabetismo musical de los muchachos era un escollo insalbable. RALLF fue el nombre elegido por los integrantes del grupo, surgido de unir las iniciales de cada uno de ellos.
Estos aspirantes a estrellas de rock tenían como amigos y compañeros de colegio a Nicolás Ciceri, Juan Pablo Calado, Christian "Chaucha" Bianco y Ariel Ferrari, con quienes, en 1991, se propusieron empezar a jugar al fútbol una vez por semana. La idea fue armar dos equipos que se enfrentaran cada sábado. Uno de los equipos ya estaba armado. Era RALF, que había perdido una L porque Leonel prefirió unirse al otro conjunto, formado por los otros cuatro sujetos, y cuyo nombre también estaba formado por las iniciales de sus miembros.
RALF y LeNiJuChA se enfrentaron por primera vez en el Parque Chacabuco el 17 de agosto de 1.991. RALF, como se sabe, era la unión de las iniciales de Rubén, Alejandro, Leonardo y Fernando. Por su parte LeNiJuChA era Leonel, Nicolás, Juan,"Chaucha" y Ariel.
Según "El Tráfico", especie de revista que Contreras preparó para la ocasión, LeNiJuChA jugo mejor y debió llevarse los dos puntos, siendo el resultado final un empate en seis tantos. Para sorpresa de todos la figura del partido fue el mismo Contreras con ocho puntos. Es de destacar que el mejor jugador del match se elegía mediante una democrática votación. El goleador del partido fue Alejandro Grisoni, con cuatro goles, y los dos jugadores que más enojados estuvieron durante el encuentro fueron Calado y Ferrari, Katrasca y el Ñoqui en esa época, según un ranking que se denominaba "Los que sulfuran". Así mismo la infame revista, una hoja Rivadavia de carpeta en realidad, señala que los jugadores de RALF sometieron a agresiones físicas a sus rivales.
Fue tanta la controversia que generaron diversas jugadas durante el transcurso del cotejo, e incluso en la semana posterior, que los jugadores de ambos equipos decidieron buscar un lugar con los correspondientes arcos y medidas reglamentarias de una cancha de fútbol. De esta manera, se ahorraban las disputas y peleas generadas por las vallas construidas con buzos y líneas demarcatorias por demás confusas.
Algún iluminado (el tiempo ha borrado el nombre de este verdadero prócer de la historia manzistica) propuso trasladar esas batallas futbolísticas al Club Social y Deportivo Homero Manzi, ubicado en la calle Beucheaf entre Zuviría y Tejedor, debajo de la autopista 25 de Mayo. Dicho establecimiento contaba con una cancha de cemento y otra de tierra. Aunque todos tenían quince años ya cumplidos, boludos grandes que les dicen, mediante una hábil tramoya, simulaban tener catorce para así abonar la suma de un peso por cabeza, por el alquiler de una cancha. El truco según cuentan les rindió frutos aun cuando la mayoría ya había cumplido los dieciséis.
Como dato curioso, vale apuntar que el establecimiento en cuestión era atendido por un sujeto que respondía al nombre de Rodolfo. Dicho señor era el encargado de entregar los balones a los clientes, recaudar el dinero del alquiler de las canchas y anunciar el final de los partidos. Como los protagonistas de esta historia eran aficionados a jugar a muy tempranas horas de la mañana, incluso en invierno, era muy común que tuvieran que despertar, literalmente, a Rodolfo de su pesado sueño. Para hacerlo, ascendían por la subida a la autopista de la calle Viel, hasta posicionarse a la altura del hogar del encargado de las canchas. Una vez allí, comenzaban a arrojar objetos contundentes al techo de la vivienda, hasta que Rodolfo emergía tambaleándose por la puerta y entregaba el balón a los entusiastas cultores del balompié. Algunos sostienen que una de esas mañanas, quienes tenían la misión de rescatar al Rolfi de las garras de Morfeo, pudieron ver hacia el interior de la casa del encargado del club y que lo que allí vieron era digno de las más tenebrosas páginas del escritor estadounidense Howard P. Lovecraft. La escena en cuestión era pletórica en botellas con restos de bebidas espirituosas, humo y mujeres de la calle.
Lo verdaderamente importante de todo esto, aquello que dejo una marca indeleble en la historia, es que el 25 de agosto de 1991, en el Club Homero Manzi, RALF y LeNiJuChA se enfrentaron por primera vez en el lugar que, en un futuro no muy lejano, los cobijaría a los dos juntos bajo un mismo nombre: Manzi F. C.
Estos aspirantes a estrellas de rock tenían como amigos y compañeros de colegio a Nicolás Ciceri, Juan Pablo Calado, Christian "Chaucha" Bianco y Ariel Ferrari, con quienes, en 1991, se propusieron empezar a jugar al fútbol una vez por semana. La idea fue armar dos equipos que se enfrentaran cada sábado. Uno de los equipos ya estaba armado. Era RALF, que había perdido una L porque Leonel prefirió unirse al otro conjunto, formado por los otros cuatro sujetos, y cuyo nombre también estaba formado por las iniciales de sus miembros.
RALF y LeNiJuChA se enfrentaron por primera vez en el Parque Chacabuco el 17 de agosto de 1.991. RALF, como se sabe, era la unión de las iniciales de Rubén, Alejandro, Leonardo y Fernando. Por su parte LeNiJuChA era Leonel, Nicolás, Juan,"Chaucha" y Ariel.
Según "El Tráfico", especie de revista que Contreras preparó para la ocasión, LeNiJuChA jugo mejor y debió llevarse los dos puntos, siendo el resultado final un empate en seis tantos. Para sorpresa de todos la figura del partido fue el mismo Contreras con ocho puntos. Es de destacar que el mejor jugador del match se elegía mediante una democrática votación. El goleador del partido fue Alejandro Grisoni, con cuatro goles, y los dos jugadores que más enojados estuvieron durante el encuentro fueron Calado y Ferrari, Katrasca y el Ñoqui en esa época, según un ranking que se denominaba "Los que sulfuran". Así mismo la infame revista, una hoja Rivadavia de carpeta en realidad, señala que los jugadores de RALF sometieron a agresiones físicas a sus rivales.
Fue tanta la controversia que generaron diversas jugadas durante el transcurso del cotejo, e incluso en la semana posterior, que los jugadores de ambos equipos decidieron buscar un lugar con los correspondientes arcos y medidas reglamentarias de una cancha de fútbol. De esta manera, se ahorraban las disputas y peleas generadas por las vallas construidas con buzos y líneas demarcatorias por demás confusas.
Algún iluminado (el tiempo ha borrado el nombre de este verdadero prócer de la historia manzistica) propuso trasladar esas batallas futbolísticas al Club Social y Deportivo Homero Manzi, ubicado en la calle Beucheaf entre Zuviría y Tejedor, debajo de la autopista 25 de Mayo. Dicho establecimiento contaba con una cancha de cemento y otra de tierra. Aunque todos tenían quince años ya cumplidos, boludos grandes que les dicen, mediante una hábil tramoya, simulaban tener catorce para así abonar la suma de un peso por cabeza, por el alquiler de una cancha. El truco según cuentan les rindió frutos aun cuando la mayoría ya había cumplido los dieciséis.
Como dato curioso, vale apuntar que el establecimiento en cuestión era atendido por un sujeto que respondía al nombre de Rodolfo. Dicho señor era el encargado de entregar los balones a los clientes, recaudar el dinero del alquiler de las canchas y anunciar el final de los partidos. Como los protagonistas de esta historia eran aficionados a jugar a muy tempranas horas de la mañana, incluso en invierno, era muy común que tuvieran que despertar, literalmente, a Rodolfo de su pesado sueño. Para hacerlo, ascendían por la subida a la autopista de la calle Viel, hasta posicionarse a la altura del hogar del encargado de las canchas. Una vez allí, comenzaban a arrojar objetos contundentes al techo de la vivienda, hasta que Rodolfo emergía tambaleándose por la puerta y entregaba el balón a los entusiastas cultores del balompié. Algunos sostienen que una de esas mañanas, quienes tenían la misión de rescatar al Rolfi de las garras de Morfeo, pudieron ver hacia el interior de la casa del encargado del club y que lo que allí vieron era digno de las más tenebrosas páginas del escritor estadounidense Howard P. Lovecraft. La escena en cuestión era pletórica en botellas con restos de bebidas espirituosas, humo y mujeres de la calle.
Lo verdaderamente importante de todo esto, aquello que dejo una marca indeleble en la historia, es que el 25 de agosto de 1991, en el Club Homero Manzi, RALF y LeNiJuChA se enfrentaron por primera vez en el lugar que, en un futuro no muy lejano, los cobijaría a los dos juntos bajo un mismo nombre: Manzi F. C.
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