Al final hay recompensa (Manzi Campeón)

Los hacedores del milagro en su hora más gloriosa. Arriba: Pancho; Wino; Rodri; Negro (representado por la legendaria Nº4); Chango y Martín. Abajo: Zucho; Javi y Panza.

Están ahí. Son un manojo de almas. Son un grupo de remeras al viento. Un desaforado conjunto de compañeros, amigos y hermanos, que festeja hasta el delirio aquello que sospechaban jamás iban a alcanzar. Son ocho gladiadores en el campo de juego, pero son más corazones verdes latiendo desperdigados por el mundo que también están ahí, apoyando, jugando sin jugar cada pelota, celebrando que, por fin, el viejo y glorioso Manzi F. C. es campeón.
Por donde empezar un análisis ante tanta emoción. Este maravilloso domingo 13 de julio que quedara grabado en la historia, el verde tuvo que jugar dos partidos, no uno. Es que su destino se jugaba a dos bandas. Al mismo tiempo que disputaba su crucial encuentro con Lo que sale, el escuadrón esmeralda vivía el cotejo que ahí al lado se desarrollaba entre el otro líder del certamen, hasta ayer, O. A. D. y R. y Los Huitres. Así, con la cabeza repartida salió a la cancha.
En ese contexto, el verde jugo un buen primer tiempo. Arranco sabiendo que su rival directo ya ganaba por dos. Mantuvo la calma y manejo la pelota con criterio y sin desesperarse. Con gran vocación ofensiva busco el primero, que llego por intermedio de Javi. Lo que sale inquietaba esporádicamente y no tenía juego articulado, mientras que Manzi estuvo cerca en repetidas ocasiones de aumentar el score.
Al comienzo de la segunda mitad, la tensión y la incertidumbre le jugaron una mala pasada al escuadrón esmeralda. Con los nervios a flor de piel, el equipo perdió la posesión de la pelota, y permitió que su rival lo llevara a los empellones contra su área. Como consecuencia de esto, el verde empezó a cargarse de faltas y a contentarse con sacar la bocha lo más lejos posible. Un ominoso presagio se cernía sobre su futuro.
Afortunadamente, Manzi se encontró con un gol que le permitió reencausar el desarrollo del partido. Los de pechera amarilla acusaron el golpe y ya no volvieron a generar peligro, mientras que el verde, más sereno, desplegaba el fútbol y el carácter demostrado a lo largo del campeonato. Zucho completo el score y llego el tiempo de esperar. El escuadrón esmeralda ya había cumplido con su parte.
Del otro lado, en la cancha tres de Centenera, el destino (y los Huitres) jugaron sus cartas. O. A. D. y R, que había arrancado ganando, perdía, quedando relegado en el sprint final por el campeonato. El agónico empate de los de blanco no les alcanzo.
El Panza, espía privilegiado, fue el encargado de transmitir la buena nueva. El partido se escurría ya sin mayores novedades, y el grito prohibido juntaba fuerzas en las gargantas de la muchachada manzista, listo para explotar. Era el momento de festejar, de saltar, de (porque no) emocionarse, de gritar, de una buena vez por todas: Dale Campeón!!!
Porque Manzi lo es. Por primera vez en sus diecisiete años, Manzi es campeón. Y con justicia. Invicto, con una de las delanteras más goleadoras del certamen y con la valla invicta, sus meritos van más allá de lo meramente estadístico. El verde tuvo momentos de alto vuelo futbolístico. Tuvo la entrega total de todos sus integrantes. Demostró tener el carácter y la autoridad, fundamentales para poder torcer el rumbo de aquellos partidos que se le presentaban desfavorables.
Como se dijo, es hora de festejar. Tiempo de alzar las copas y brindar por todos los que alguna vez se pusieron esta gloriosa camiseta y sufrieron (las más) y gozaron (las menos) con este maravilloso orgullo que es ser parte de la familia del verde. Es un momento inédito, único, maravilloso. Hay que disfrutarlo al máximo entonces. Levantemos las copas una vez más y pongámonos de pie. Señores, ha nacido un campeón.
Aguante Manzi carajo!!!