
El “dejar todo” es una premisa básica en la filosofía de Manzi F. C. Un mandamiento no escrito, que obliga a aquel que vista los sagrados colores a entregar el corazón en cada jugada, en cada pelota. Desde el principio hasta el final del partido, sin claudicaciones. Desde el más talentoso al más rústico y limitado, sin excepciones obedecen esta regla. Algunos, llevan las cosas un poco más allá de los límites de un campo de juego.
Como evidencia irrefutable de esto que decimos esta la foto que acompaña este texto. La imagen en cuestión fue tomada en Barsucho el 26 de agosto del año en curso, en ocasión del festejo del quince aniversario del Manzi Fútbol Club.
En la fotografía podemos ver a un Panza Grisoni totalmente consustanciado con la máxima que nos ocupa, momentos después de dejar, literalmente, todo. Toda la pizza, toda la cerveza, toda la picada. En fin, todo lo que había ingerido durante aquella grata velada y que su alcoholizado organismo no pudo retener. Eso es lo que se dice ponerle el cuerpo a la causa. O echar el pato, como más les guste.
Dicen los habitúes de Barsucho que desde esa noche, la mesa que recibió la “bendición” de Grisoni se convirtió en una reliquia comparable al Santo Sudario de Turín, a la sangre de San Genaro en Nápoles o a la estatua de Merlo, donde quiera que este. Sin cesar, miles de fanáticos de Manzi, y del Panza también, se acercan en peregrinación durante día y noche para brindar adoración, pedir ayuda o agradecer los milagros realizados. Altas fuentes del Vaticano, que prefirieron mantenerse en el anónimato, confirman los hechos sobrenaturales ocurridos en el mencionado bar y se preparan a tomar cartas en el asunto.
Como evidencia irrefutable de esto que decimos esta la foto que acompaña este texto. La imagen en cuestión fue tomada en Barsucho el 26 de agosto del año en curso, en ocasión del festejo del quince aniversario del Manzi Fútbol Club.
En la fotografía podemos ver a un Panza Grisoni totalmente consustanciado con la máxima que nos ocupa, momentos después de dejar, literalmente, todo. Toda la pizza, toda la cerveza, toda la picada. En fin, todo lo que había ingerido durante aquella grata velada y que su alcoholizado organismo no pudo retener. Eso es lo que se dice ponerle el cuerpo a la causa. O echar el pato, como más les guste.
Dicen los habitúes de Barsucho que desde esa noche, la mesa que recibió la “bendición” de Grisoni se convirtió en una reliquia comparable al Santo Sudario de Turín, a la sangre de San Genaro en Nápoles o a la estatua de Merlo, donde quiera que este. Sin cesar, miles de fanáticos de Manzi, y del Panza también, se acercan en peregrinación durante día y noche para brindar adoración, pedir ayuda o agradecer los milagros realizados. Altas fuentes del Vaticano, que prefirieron mantenerse en el anónimato, confirman los hechos sobrenaturales ocurridos en el mencionado bar y se preparan a tomar cartas en el asunto.
1 comentario:
Momento inolvidable (para los demás, porque yo no me acuerdo de nada!)
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